Nostalgias

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© Ana di Cesare, Gerónimo Rombolá


Versión para Internet del artículo publicado en Febrero de 1994


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Lorenzo Massa

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A los 25 años, con espíritu inquieto, se estrenaba como sacerdote en el Oratorio de la calle México. La fundación de San Lorenzo marcó su vida, pero la curiosidad de su corazón lo acompañó en su largo derrotero de educador, deportista e historiador.¿Qué sabemos de Lorenzo Massa más allá de la fundación de “El Ciclón” ¿ Que era jovencito, que arrancó a “Los Forzosos” de la calle y les ofreció una cancha que les cambiaría la vida. ¿Y qué más?... ¿y después qué?... Puede ser que una vida tan rica y tan fecunda, a nivel popular, haya quedado petrificada en esa sola obra?... ¿Qué sólo se conozca en el ámbito salesiano su amor a la juventud, su agudeza de observación, su ardoroso trabajo?

El “cura Lorenzo”, se ordenó sacerdote a los 25 años. Había nacido en Morón el 11/11/1882 en el seno de una muy católica familia italiana formada por la unión de Lorenzo Massa y Margarita Scavini, que dio a la iglesia no sólo a ese hijo varón, sino también a sus hermanas Ángela y Blanca.Lorenzo Martín Bartolomé Massa decidió su destino sacerdotal a los 15 años, cuando hacía apenas tres que había ingresado al Colegio pío IX. De los tres lineamientos principales que Don Bosco impartió a su congregación, eligió rápida y eficazmente la educación de los jóvenes.

En 1905 en un informe anual, el padre Giuseppe Vespignani (arquitecto de la Basílica San Carlos, entre otras, comentaba que el clérigo Massa- en ese tiempo frisaba los 23 y aún no había realizado sus votos perpetuos- tenía buenas cualidades, pero era distraído y dado a la curiosidad. Años más tarde sabía que de Massa se podía esperar lo imposible, porque justamente ese espíritu curioso hizo de él un hombre de energía notable que alumbró docenas de obras.

Se recuerda todavía su carácter especial a la hora del trato con chicos, y en lo que se refiere a la juventud fue un visionario. Por eso lo encontramos en 1907 con sus 25 años, su metro 73 de estatura, sus ojos y cabellos castaños, enseñando en el colegio donde comenzó sus estudios y atendiendo el Oratorio San Antonio, al que tanto amor le había profesado siempre.

Con la fundación de San Lorenzo se había dado cuenta de la importancia que el deporte tenía en la educación de los chicos; y salía por la calle a atraerlos con desfiles y música. Creó así primero los “gimnastas” y luego, cuando se funda el Colegio San Francisco de Sales, los “Exploradores Argentinos de Don Bosco”, siendo director de esa casa hasta el año 1916.

Se dedicó entonces a fundar la primera escuela salesiana en Tucumán, y allí fue lleno de energía. Se encontró con la estructura de un antiguo colegio llamado “General Belgrano” y se preparó para rehacerlo. Para ello no dudó, reacondicionó edificios existentes, compró propiedades cercanas, instaló laboratorios.

Tan importante fue su obra y tanto la repercusión que en 1922, sólo por eso, nace en la ciudad de Tucumán un nuevo colegio salesiano, el “Tulio García Fernández”, cuando un industrial, para recordar la memoria de su hijo muerto, de dona un millón de pesos.

Esta casa de estudios llegó a ser una e las mejores de la congregación, y allí está Massa hasta 1929, duplicándose en la dirección de las dos escuelas.

Su destino fue inquieto. En 1930 lo encontramos como Director de la Casa Inspectorial de Córdoba. En 1933 como Director del Colegio de Salta. Mientras tanto se había ofrecido para trabajar en la Patagonia, y entre 1934-1939 dirige la Casa de Punta Arenas, en Chile, más tarde la de Patagones.

A partir de ahí su vid comienza a dar un giro insospechado. Fue llamado a Buenos Aires para que escribiese la biografía de Giuseppe Vespignani; se retiró a Bernal y trabajó durante un año para dar a luz un libro, que más que una biografía, refleja la obra de los salesianos en Argentina. Había nacido el Massa historiador.

A causa de la calidad de esta obra, se le encargó escribiera otra historia, de allí surgirá la “Historia de las Misiones Salesianas en la Pampa”. Trabajo tan fecundo que lo hace merecedor de ser elegido como miembro del Museo Histórico de la Iglesia Argentina.

Mientras, había organizado celebraciones inigualables; la del Centenario en Tucumán; la de la canonización de Don Bosco en Punta Arenas, y el Congreso Eucarístico Nacional chileno.

Pero había descubierto en la tarea de la investigación histórica su principal trabajo, y en él permaneció hasta que las cinco de la mañana del 31-10-1949, el encargado de cambiar las sábanas observó la luz encendida en su cuarto. Le llamó la atención porque el cura Lorenzo, a esa hora, siempre estaba atendiendo la iglesia. Entró a apagarla y lo halló muerto.

Se termina así la vida de quien tanto amó la juventud y del que jamás olvidó a San Lorenzo de Almagro. Vale agregar que había sido un excelente jugador de fútbol, con el inconveniente de enredarse en la sotana, porque en aquellos tiempos, no tenían los sacerdotes autorización de quitársela.

Fue fiel al club al que acompañó a todos los partidos cuando logró el campeonato en 1946. San Lorenzo le había otorgado un cané especial para asustar a los encuentros.

Los que componían su entorno cotidiano en la vida sacerdotal sabían que cuando el cuadro de su corazón perdía, cierto mal humor ensombrecía su carácter afable. Lamentablemente el último partido que él presenció o escuchó, un encuentro entre San Lorenzo y Huracán, terminó con la derrota del equipo de Boedo: el 30-10-1949,, el “Globito” ganó 1 a 0.



San Lorenzo también le fue fiel. Durante el funeral, uno de los más importantes jugadores, hizo llorar a los presentes cuando dijo que cada vez que entraran al club y miran el busto de bronce con el cual se le honrara en vida, “nos parecerá que todavía del bronce nos sonríe paternalmente”.

El “cura Lorenzo”, debe sonreír paternalmente sobre el “Nuevo Gasómetro”, que debería llevar su nombre.



© Ana di Cesare, Gerónimo Rombolá.

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El ratón que se atrevió a Disney

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En noviembre de 1928, el Ratón Mickey, estrenó su primera película.La historia de este personaje es muy simpática.







En la década del 20, Disney, nacido en 1901, era aún un jovencísimo dibujante que trabajaba en un viejo garaje en la ciudad de Kansas, que él mismo había transformado en taller. Contaba que en ese protoestudio habitaba una población constante de roedores, animalitos que le resultaban sumamente divertidos. Por uno de ellos, con el que tuvo una relación casi de mascota, se originó sin querer, el más famoso dibujito de la historia del cine. Se trataba de un ratón confianzudo que se trepaba por su tablero de dibujo, al que bautizó Mortimer, mientras lo caricaturizaba y lo archivaba.


Ratón Mortimer


Disney creció, formó su empresa, dejó Kansas para radicarse en Hollywood, produjo “Alicia en el país de las maravillas”, “Caperucita Roja” y “El conejo Oswald”.




Conejo Oswald

En esta última tuvo problemas de distribución en Nueva York por lo que se vio obligado viajar a esa ciudad para solucionarlo, tarea en la que no tuvo éxito. Esto obligó al artista a buscar urgentemente un personaje impactante para el público. En el largo viaje de regreso a California, acompañado por su esposa, revisó sus carpetas de archivo y fue allí cuando reencontró al viejo Mortimer, al que rebautizó Mickey. En los primeros filmes sonoros el dibujante también doblaba la voz del personaje.




Mickey Mouse

No puede negarse que este hombre fuera un genio en la animación de dibujos y, que supiera utilizar cada delante de la técnica para mejorar la calidad de sus películas. Por ejemplo a partir de 1928 con la incorporación del sonido, supo jugar con los efectos especiales y producir escenas asombrosas, desde el 32, cuando adoptó el tecnicolor.

Fue el padre de la pintoresca fauna humanoide: el perro Pluto y el Pato Donald de 1930, y otros. Desde el Ratón Mickey, un personaje cándido y bondadoso que representa el triunfo del débil sobre la fuerza bruta, se va observando una evolución por la cual a medida que los dibujos se hacen más complejos, sus características de astucia y agresividad se incrementan. Especialmente en Donald que es una caricatura del estadounidense medio. Hay que señalar que la tipología de este creador es digna de la Comedia del Arte. Disney siempre utilizó sus personajes como eco de determinadas situaciones de la realidad interna de su país.

Su organización industrial creció de tal manera que en 1937 con una inversión de US$ 1.700.000 y 400.000 dibujos, produjo el primer film de largo metraje de su especialidad, “Blanca Nieves y los siete enanitos”, que fue un éxito mundial. Continuaron “Pinocho” (1940), Dumbo (1941), Bambi (1942). Aunque desde el punto de vista comercial fue un fracaso, “Fantasía”, donde intentó plasmar en imágenes la música de Bach, Tchaikovsky, Stravinsky, Beethoven, Schubert y otros, fue un verdadero trabajo de vanguardia.Para esta época Disney tiene ya competidores de la talla de Fleshing, Walter Lantz y los socios Hanna y Barbera, cuyo avance arrollador lo impulsa a crear “Disneylandia”, para seguir financiando sus famosos “cartoons”. Anecdóticamente, su nacimiento se remonta a una tarde en la que Walt Disney se aburría atrozmente mientras sus hijas daban vueltas en una calesita de un parque. Se le ocurrió, entonces, pensar, en que sería un lugar donde padres e hijos se divirtieran al unísono. La realidad es que “Disneylandia” fue una inagotable fuente de recursos que, entre otras cosas le permitió a Disney hacer “La dama y el vagabundo” (1955), “La noche de las narices frías” (1960) y su última película en 1966, “El libro de la selva”.





Pluto


Si bien Disneylandia es un símbolo de Estados Unidos, desde su instalación en Francia originó problemas. La reacción del personal ante las ajustadas normas de la empresa que disponen el uso de determinada indumentaria: las mujeres faldas más bien largas, tacos de mediana altura, ausencia de bijouterie y de esmalte de uñas; los hombres no deben usar bigote, ni barba, ni patillas.La misma inauguración marcó un abismo entre las costumbres de la Ciudad Luz y las de la empresa estadounidense. A la fiesta de la apertura los concurrentes decidieron ir, sí o sí, con atuendos informales compuestos por remeras estampadas con las imágenes de Mickey y Minnie.

Error catastrófico: París jamás aceptó el look deportivo. Otro de los desaciertos fue prohibir el consumo de vino, que para los franceses es sagrado. En esa celebración sólo se sirvieron gaseosas, hamburguesas y pochoclo.

En el colmo del amor propio ofendido, los compatriotas de Juana de Arco, decían que con tantos siglos de historia captados por su arte y arquitectura, ellos no podían ser seducidos por el Pato Donald.



© Ana di Cesare, Gerónimo Rombolá


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General Manuel Belgrano

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Quien fue Belgrano?

El revolucionario de la primera Junta, el que asumió la jefatura

de las tropas del Norte,el creador de la bandera nacional; o el hombre probo,decente a carta cabal que murió en la más extrema pobreza.

Ambos seguramente, abrazadas sus partes en un barro humano que nos enorgullece.




Es difícil hablar de Manuel Belgrano sin emocionarse.

Algunos de nuestros próceres descollaron por su claridad intelectual, como estrategas, por su temeridad. En su caso, entre tantos méritos como puede reconocérsele, conmueve especialmente su hombría de bien, rectitud y honestidad. Cualidades que, paradójicamente, lo sometieron a grandes penurias económicas hasta el punto que a la hora de su muerte, tanta era la pobreza en que se hallaba que sus allegados debieron enfrentarse a urgentes dificultades. Pagarle al médico que lo asistió con el reloj del patricio y usar cómo lápida, el mármol de la cómoda de su hermano.

Por eso no queremos hacer hincapié en su trayectoria como hombre público. Que fue un patriota de primera hora; que actuó valientemente desde las invasiones inglesas; que tomó parte activa en los preparativos de la revolución de Mayo; que integró como vocal el gobierno de la Primera Junta; que fue general de la campaña de Paraguay y Jefe del Ejército del Norte; fundador de Escuelas, creador de la bandera nacional, puede leerse en cualquier manual de historia.

Preferimos referirnos al hombre con un su destino de pruebas terribles, que soportó con valor y humildad.

Era difícil imaginar que alguien que llegaba al mundo con los mejores auspicios, muriera en la ingratitud, resistiendo frustraciones, estafas, pero decidido a cumplir hasta el final con sus obligaciones éticas.

En verdad, cuando llegó al mundo en 1770, no podía hacerlo en mejores condiciones.

Heredero de dos linajes principales, que contaban con guerreros ilustres y protectores de indios en armonioso equilibrio, la vida le brindó las posibilidades para ser intelectualmente brillante y él no las desaprovechó.

Su padre don Domingo F. Belgrano, harto de los conflictos internacionales que se desarrollaban en su Oneglia natal (Génova) se estableció, primeramente en Cádiz y luego en Buenos Aires, donde tomó la ciudadanía española.

Domingo y María Josefa González Casero se casaron y, mientras ella le iba dando 13 hijos, el sexto de los cuales fue Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús, él iba afirmando su carrera comercial y administrativa, desempeñándose como “vista y contador de aduana”, “regidor del cabildo” y “síndico procurador de la ciudad”, en varias oportunidades.

Era una familia, muy acomodada en lo económico, y con fuertes intereses culturales, así que Manuel asistió al Real Colegio de San Carlos y a los 16 años viajó a Salamanca y Valladolid, para completar sus estudios de nivel superior.

Cuando a la edad de 23 años regresó a Buenos Aires convertido en abogado, poseía todas las condiciones de un triunfador y era una presa codiciada por las jóvenes casaderas del virreinato. Mundano, cortés, culto, brillante, poseedor de fortuna, era además un hombre sumamente atractivo.

Mitre lo describía en su regular estatura, fisonomía bella y serena, cabellos rubios sedosos, ojos azules, tez blanquísima apenas sonrosada, como un “hijo de las razas nórdicas”. Según su amigo José Balbín, era un hombre animoso de paso tan rápido que por la calle era imposible seguirlo.

Había regresado con el cargo de Secretario del Real Consulado; pero no todas eran promesas de felicidad. En los años pasados en España, había contraído sífilis, enfermedad que lo torturaría hasta la muerte.

Esa fue una de sus largas batallas. Más allá de “Salta”, “Tucumán”, “Vilcapugio”, “Ayohuma”, él peleó a diario debatiéndose entre sus ideales, los cargos de responsabilidad para los que fue nombrado y su salud, tan debilitada por esta y posteriores dolencias.

Justamente el estoicismo con el que aceptó las obligaciones que la gesta emancipadora le imponía, son una muestra de su compromiso y humildad.

Fue arrastrado por los viento de la Revolución y debió ocupar cargos para los cuales no tenía ni inclinación ni preparación. En sus planes no había tenido cabida la idea del combate. Su educación física era la de un intelectual, no había recibido preparación para la guerra. Pero aceptó el mando de las tropas destinadas al Paraguay y del Ejército del Norte, dando un ejemplo de renunciación personal ante las urgencias de la Patria.

Al año de su regreso de España debió presentar la primera de sus licencias a causa de sus malestares. Desde noviembre de 1796 en que el Dr. O´Gorman le recomendó trasladarse a un lugar menos húmedo, hasta 1803 su vida transcurrió entre períodos de actividad laboral y otros de reposo, a fin de recuperarse de sus afecciones reumáticas y una infección en los lagrimales que sufrió permanentemente.

Mientras, el pueblo lo veía trajinar, vestido modestamente, con las botas remendadas porque a los 40.000 pesos que el gobierno le había otorgado por los triunfos en las batallas de Tucumán y Salta, los había donado para la construcción de cuatro escuelas. Era difícil no apreciarlo por sus méritos: entereza, abnegación, amor al prójimo, serenidad de espíritu, talento, humildad, trato encantador, unidos a la fuerza interior que le permitía desempeñar sus tareas, leer y escribir largamente, durmiendo apenas 3 ó 4 horas por día, le valían la admiración y el respeto de quienes iban conociéndolo.

Su vida, sin embargo parecía signada por un sino fatal. En la Campaña al Norte contrajo paludismo. Como consuelo, en Tucumán cosecha amigos y conoce a
Dolores Helguera con quien vive un gran amor, del que nace su Hija Manuela Mónica. Pero aunque él quiere formar una familia, Dolores le es sustraída, la familia la casa con otro hombre. Años atrás había tenido que renunciar a Pedro, el hijo que tuvo con María Josefa, la hermana de Encarnación Ezcurra, para evitar dañar la moral de la amante, que fue criado por Juan Manuel de Rosas y su mujer.

Para ese momento, el mundo se le derrumba, el gobierno comienza a recriminarle las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma, sin recordar que él era abogado, no militar. Los conflictos intestinos entre sus oficiales terminan en la revolución del Capitán Abraham González, que pretendió engrillarlo, aunque Belgrano ya estaba postrado en cama por falta de recursos con los cuales mantenerse.

Desolado, presintiendo la cercanía de su muerte, regresa a Buenos Aires, para refugiarse en la casa de su hermano en San Isidro. Desde entonces fueron los parientes y amigos quienes se ocuparon de su sostén material. Llegado el invierno hubo que trasladarlo a la casa paterna en la actual Av. Belgrano entre Defensa y Bolívar. Su cuadro clínico, complicado con hidropesía y cirrosis hepática, era irreversible.

A las 7 de la mañana del 20 de junio de 1920, su vida se apagó. Dicen que sus últimas palabras fueron para despedirse de la patria. Quizás, por el contrario, sus pensamientos quedaron detenidos en una tibia tarde tucumana, en el patio de naranjos con el perfume de los azahares, en Dolores y él… él, Dolores y Manuela Mónica juntos, como nunca pudo ser.

Pocos supieron ese frío día de Junio, que había dejado de existir el Dr. Manuel Belgrano, un hombre que merecía ser calificado como tal. Solamente un diario dio a conocer la noticia.



TESTIMONIO DE UN AMIGO


Contaba don José C. Balbín Mitre:

De resultas de la revolución (la del Capital Abraham González) se vio abandonado de todos el General Belgrano, nadie lo visitaba, todos se retraían a hacerlo.


Entonces empecé a visitarlo todas las tardes, y cuando su enfermedad se lo permitíasalíamos juntos a pasear a caballo. Esto nos traía la animadversión de los revolucionarios, lo que me importaba muy poco, porque cumplía un deber de amistad”.“Como quince días después de la revolución, una tarde me dijo el General:me hallo sumamente pobre, se han agregado a mi causa varios jefes fieles y honrados yno tengo como mantenerlos; ayer he escrito al gobernador Aráoz pidiéndole algún auxiliode dinero y me lo ha negado;le hice presente al general, que había hecho mal en dirigirse al gobernador, estando yoque podía darle lo que necesitase. Al día siguiente le mandé $6.000 con su mismo criado”.


“Una tarde que paseábamos a caballo me dice el General: yo quería a Tucumán como a mi propio país (hace referencia a Buenos Aires) pero han sido tan ingratos conmigo que he determinado irme a Buenos Aires, pues mi enfermedad se agrava cada día. Le aprobé su pensamiento indicándole que no debía perder tiempo. A los 3 ó 4 días lo encontré triste y abatido, le pregunté lo que tenía y me contestó muy afligido: amigo, ya no pudo ir a morir a mi país, pues no tengo recurso alguno para moverme de aquí: ayer he escrito al gobernador pidiéndole algún dinero y caballos para mi carruaje y me ha negado todo. Le contesté, habiendo caballos y plata y cuánto se necesite… y me preguntó ¿de dónde lo sacó?- pues ¿qué se ha olvidado usted que me tiene de amigo? Si, lo sé, me contestó, pero lo he molestado a usted. Tantas veces, que no quiero serle más gravoso. Señor general a mí no me molesta nunca y en prueba de ello, dentro de dos días le mandaré a Usted. 2.500 pesos, haga ya los preparativos par su viaje. Le mandé lo ofrecido y se empeñó en que lo acompañara, ofreciéndome un asiento en su coche, pero me resultó imposible complacerlo”


“ A los ocho días se puso en marcha el General acompañado del Dr. Redhead y su Capellán el Padre Villegas, con dos ayudantes, los Sargentos mayores don jerónimo Helguera y don Emilio Salvigni. Cuando llegaban a una posta, lo bajaban cargado y lo conducían a una cama”


Más adelante Balbín continúa:“Al día siguiente de llegar a Buenos Aires, pasé a visitar al General Belgrano a quien encontré sentado en un sillón poltrona, en un estado lamentable; después de un momento de conversación m dice: es cruel mi situación pues me impide montar a caballo, para tomar parte en la defensa de Buenos Aires, contra López el de Santa Fe, que se prepara para invadir esta ciudad; luego siguió diciendo: Amigo Balbín, me hallo muy malo, duraré pocos días, espero la muerto sin temor, pero llevo un gran sentimiento de sepulcro; le pregunté ¿Cuál es General?, y me contestó; muero tan pobre que no pudo pagarle el dinero que me prestó, pero no lo perderá Ud. El gobierno me debe algunos miles de pesos de mis sueldos, luego que el país se tranquilice le pagarán a mi albacea, el que queda encargado de satisfacer a Ud. con el primer dinero que reciba. Como un año después de su fallecimiento fui pagado.”


© Ana di Cesare


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Buenos Aires, esclavas blancas, 1917

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La lectura de las estadísticas de la segunda década del 1900 sobre la prostitución en Buenos Aires, permite comprobar como marcha de la mano de la miseria y la desesperación.


No es nuestro objetivo en este trabajo, ahondar en sus determinantes, como tampoco el análisis sobre su legalización que significó denigrar a una parte de la población femenina, para permitir que el resto mantuviera un lugar impoluto en los convencionalismos vigentes.


………………………………………………


Recordemos que en esa època la prostitución estaba legalizada y controlada a través del Dispensario de Salubridad, dependiente de la Municipalidad de la Capital. Sus funciones eran vigilar el ejercicio del “comercio” y la profilaxis de las enfermedades venéreas. En el local de este Dispensario había un consultorio donde podían asistirse voluntariamente las prostitutas, aunque todas eran controladas obligatoriamente.

En la casa central de ese organismo municipal, para los hombres, funcionaba un consultorio de enfermedades venereas y otro de piel, los cuales eran muy concurridos.

Esta dependencia, como muchas otras de la Municipalidad, era capaz en aquel entonces, de volcar sus observaciones en cuadros estadísticos que muchas veces sorprenden por su calidad, teniendo en cuenta la ausencia de recursos tecnológicos que en esa época había.

Parte de esos datos –muy elocuentes- son los que presentamos a continuación.En ese año de 1917 solicitaron inscribirse en el registro del Dispensario de Salubridad 279 mujeres de la que sabemos:



NACIONALIDAD CANTIDAD


Argentinas………...................………….100
Austríacas ......................…………………. 2
Belgas……….........................……………… 1
Cubanas………...........................………….. 1
Chilenas …………….......................……….. 1
Españolas…….......................………………65
Griegas………..........................…………….. 3
Francesas……......................……………… 20
Italianas………….......................………….. 35
Otomanas……..........................…………….. 3
Portuguesas……........................……………. 1
Paraguayas……........................…………….. 2
Rusas…………….........................………….. 23
Suizas……………….............................……… 2
Uruguayas…………….........................……. 19
Marroquíes…………….........................……. 1
Total……………..........................….. 279



EDAD


De 22 años…………………. 58
23 años………………17
24 años…………………. 33
25 años…………………. 32
26 años…………………. 13

27 años…………………. 16

28 años…………………. 17
29 años…………………. 12
30 años…………………. 16
31 años……..……………. 4
32 años……..……………. 5
33 años……..……………. 8
34 años……..……………. 4
35 años……..……………. 3
36 años……..……………. 2
37 años……..……………. 3
39 años……..……………. 2
40 años…….....…………. 1
41 años………...…………. 2
42 años………....…………. 1
Total…………….. 279



INTRUCCIÓN


Alfabetas………………. 138
analfabetas................... 123
Firman solamente.......... 18
Total………………279




Al finalizar el año mencionado, se llegó así al número de 18627 meretrices registradas en la Ciudad de Buenos Aires.

Sabemos también que funcionaban 154 prostíbulos que observaban un perfecto cumplimiento en lo que respecta a la higiene y estado de las instalaciones, pero que albergaban más mujeres que las permitidas.

La prostitución clandestina había amentado alarmantemente. Aparecieron así casas de citas, pensiones de artistas, “garçonnières” y negocios disimulados, como casas de modas, cigarrerías, peluquerías, etc.

En cuanto a la prostitución callejera 324 mujeres recorrían el centro de Buenos Aires.

Números que fríamente nos hablan de las que perdieron su futuro tras la luz roja del burdel.




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